La vida es fuerte, de eso no hay duda. Nos toma de sorpresa cuando menos lo esperamos. Nos hace sufrir, llorar y reír. No estamos claros de lo fuerte que es la vida hasta que no estamos ahí en ese instante en el que todo va lento y te das cuenta de las cosas que están pasando. La muerte cada vez nos toca más de cerca y en ocasiones es humano cuestionarse por qué a nosotros o por qué a los buenos. No hay manera de entender la vida y es normal sentirnos enojados o frustrados con ella en ocasiones, a pesar de lo mucho que esta nos ha dado.
En ocasiones, se nos hace tan difícil entender tantas cosas que ya no sabemos si la vida nos da las situaciones para reír o para llorar. A veces la espera por la muerte es tan larga para algunas personas que sufren que cuando mueren no sabemos si es conveniente darle gracias a Dios porque ya no sufren más o si debemos pedirle que vire el tiempo para atrás una vez más. A veces la tristeza también desespera y solo queremos que termine aunque su final sea aun más triste. Luego, sentimos una especie de paz pero a su vez culpabilidad. La vida es una mezcla de sentimientos que nunca lograremos entender ni de cerca ni de lejos.
La vida es para ser vivida no entendida y en ocasiones ya no queda más remedio que continuar y tratar de llegar hasta ese final que todos anhelamos: La felicidad.
El truco es no perder la esperanza de algún día poder llegar...
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